Aporte Voluntario en Conciencia Colectiva
Es el ejercicio de corresponder, en forma libre, amorosa y conciente, a un servicio y/o beneficio entregado, que nos enseña, en forma simple y práctica que el dinero no es un obstáculo para poder entrar en un proceso de sanación, transformación y crecimiento personal-colectivo, y que el ejercicio de DAR siempre trae consigo una cadena de efectos positivos.
¿Para que sirve mi Aporte Conciente a
Casa Luz?
Cuando visitas la Casa y dejas tu aporte, has vivido un Ciclo, has completado un circulo y abierto uno nuevo... cuando dejas tu aporte, ese aporte sirve para:
Reconocer lo Valioso de la persona que te entregó de corazón su energía, su tiempo, su amor para ayudarte en tu proceso de crecimiento, sanación y redescubrimiento.
Reconocer el valor del servicio que Casa Luz proporciona, abriendo un espacio de sanación, crecimiento, encuentro y redescubrimiento para TODOS sin distinciones ni limitaciones de creencia, situación económica u opinión.
Pagar el arriendo a fin de mes (380.000), permitiendo sustentar un espacio físico que nos acoge a todos por igual, que nos bendice a todos bajo el alero de su techo.
Costear los gastos comunes (agual, luz y gas) y de elementos (velas, confort, etc..) de la Casa que nos benefician a todos.
Y finalmente, para mantener vivo un Proyecto que construimos entre todos para el beneficio de Todos también. Para sostener un espacio que hoy me ayuda a mi, porque antes otros han devuelto la mano, y que gracias a mi retribución, mañana seguirá ayudándome y ayudando a muchos otr@s.
En profunda gratitud por permitirnos seguir sirviendo, ya que el servicio da sentido a la
Vida... tal y como dijo San Francisco de Asís:
"Si no vives para Servir, no sirves para Vivir"
Casa Luz?
Cuando visitas la Casa y dejas tu aporte, has vivido un Ciclo, has completado un circulo y abierto uno nuevo... cuando dejas tu aporte, ese aporte sirve para:
Reconocer lo Valioso de la persona que te entregó de corazón su energía, su tiempo, su amor para ayudarte en tu proceso de crecimiento, sanación y redescubrimiento.
Reconocer el valor del servicio que Casa Luz proporciona, abriendo un espacio de sanación, crecimiento, encuentro y redescubrimiento para TODOS sin distinciones ni limitaciones de creencia, situación económica u opinión.
Pagar el arriendo a fin de mes (380.000), permitiendo sustentar un espacio físico que nos acoge a todos por igual, que nos bendice a todos bajo el alero de su techo.
Costear los gastos comunes (agual, luz y gas) y de elementos (velas, confort, etc..) de la Casa que nos benefician a todos.
Y finalmente, para mantener vivo un Proyecto que construimos entre todos para el beneficio de Todos también. Para sostener un espacio que hoy me ayuda a mi, porque antes otros han devuelto la mano, y que gracias a mi retribución, mañana seguirá ayudándome y ayudando a muchos otr@s.
En profunda gratitud por permitirnos seguir sirviendo, ya que el servicio da sentido a la
Vida... tal y como dijo San Francisco de Asís:
"Si no vives para Servir, no sirves para Vivir"
Les Compartimos una historia que tal vez ayude a graficar mejor el espíritu del Aporte Voluntario:
El Sembrador de Dátiles
En un oasis escondido entre los mas lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo ELIAHU de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.
Su vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a ELIAHU sudando, mientras parecía cavar en la arena.
-Que tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo- contesto ELIAHU sin dejar su tarea.
-Que haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro- contesto el viejo.
-Que siembras aquí, ELIAHU?
-Dátiles -respondió ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Dátiles!!!- repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha la mayor estupidez.
-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
-No debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: Cuantos años tienes?
-No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso que importa?
-Mira amigo, las datileras tardan mas de 50 años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, HAKIM le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseche una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás mas importante que la primera. déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseche no solo una, sino dos veces.
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...
Su vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a ELIAHU sudando, mientras parecía cavar en la arena.
-Que tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo- contesto ELIAHU sin dejar su tarea.
-Que haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro- contesto el viejo.
-Que siembras aquí, ELIAHU?
-Dátiles -respondió ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Dátiles!!!- repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha la mayor estupidez.
-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
-No debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: Cuantos años tienes?
-No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso que importa?
-Mira amigo, las datileras tardan mas de 50 años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, HAKIM le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseche una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás mas importante que la primera. déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseche no solo una, sino dos veces.
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...